Había una vez un canguro con una pata roja. No había ninguna razón que explicara dicho fenómeno, simplemente era así. Sin embargo, su pata influyó en que el resto de canguros le apodaran Calcetín.
Había una vez un canguro con una pata roja. No había ninguna razón que explicara dicho fenómeno, simplemente era así. Sin embargo, su pata influyó en que el resto de canguros le apodaran Calcetín.