– Échame de menos.
Ella le miró con desdén.
– No voy a hacer eso.
– ¿Por qué no?
– Porque no es un sentimiento agradable.
Él se echó a reír.
– Reconoce que al menos un poquito.
Ella se permitió titubear.
– Bueno, tal vez un poquito.
– Esas noches estrelladas, ese atardecer en Debod, esos parques infinitos, el lago del retiro…
– Bueno, ya está bien- cortó ella antes de que se dejara llevar por los recuerdos y aquello se convirtiera en lo que tanto temía: una despedida.
No obstante, él no pareció conformarse y siguió diciendo:
– Lo que te pasa es que te gusto. Empezaste mirándome con recelo, odiando en secreto ese acento que tengo tan característico.
– Solo el que pones algunas veces- admitió ella riendo.
– Pero en cuanto viniste al parque de atracciones y empezaste a llevarte bien con muchas de tus amigas, tuviste que admitir que yo no estaba tan mal.
Ella resopló.
– En realidad ya me caías más o menos bien.
– ¿De verdad?
– Sí… no sé, me pillaste contenta. Había pasado un mes desde que te conocía, había encontrado amigos que ya veo que son increíbles y me había apuntado a unas actividades flipantes. Salía de fiesta, hacía lo que quería y no paraba de conocer gente. No importa lo que hicieras en aquel entonces, me caerías bien.
Él sonrió.
– El Café Van Gogh.
– Oh, definitivamente me encantaste en el Café Van Gogh.
Ambos soltaron una carcajada. Ella le miró con cariño.
– Esos museos, el cine, teatro, esas caminatas interminables, incluso ese tiempo tan cambiante. El acto donde conocí a uno de mis actores favoritos, esa gente tan diferente, los taxistas y sus enseñanzas, esos amores de metro, el Cereal Hunter, la fotografía… podría seguir con una lista de todas las cosas que me gustaron de ti.
– ¿Alguna memoria favorita?
Ella se sonrojó.
– Muchas, en realidad.
Ella permaneció unos segundos observando el skyline que conformaba su figura.
– Echaré de menos a mucha gente. También algunas rutinas… el escribir en el alfeizar de mi ventana con el frío en la cara mientras el radiador calienta mis piernas y mi incontrolada risa cuando alguno del Moncloa soltaba un grito jugando al tenis. Echaré de menos los lunes de teatro y los miércoles de voluntariado. El bocadillo de bacon-queso de la universidad, los planes improvisados y el sentirme imbécil en la Estación de Autobuses al buscar cuándo y dónde sale mi bus en la pantalla de Llegadas- ella suspiró- sí… probablemente te eche de menos, mi querido Madrid.
Me ha encantado ¿ehh?❤ Pero también me ha dejado algo preocupada por lo realista que es el texto😂 Besitoooos😚😚
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😂 Muchas graciaaaass!! Lo bueno es que aún nos quedan muchos años por allí… 😌😘😘
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